On The Basis of Sex

A una semana del fallecimiento de Ruth Bader Ginsburg1 me pareció pertinente hablar de On the basis of sex (2018). Para las que no estamos tan familiarizadas con abogadas, leyes, congresistas y referentes norteamericanas, inclusive para aquellas muy jóvenes, tal vez no trascendió la noticia de la muerte de RBG. Espero que esta reseña ayude a dar contexto.

Si bien, la película es eso, una película, la trama y argumento son muy similares a la realidad, por lo cual, podemos entender el peso de la figura de RBG en las leyes norteamericanas. Es más, su foto aparece detrás de la detective Olivia Benson, de CSI: UVE, que pa’ mí eso es mucho jaja.

En fin, On the basis of sex (2018) nos muestra el inicio de la carrera de RBG, desde su entrada a Harvard hasta su primer caso ganado. Cuando Ruth ingresó a la escuela, sólo tenía otras ocho compañeras de generación. La pregunta alrededor era ¿qué significa ser un hombre de Harvard?, pero nunca ¿qué significa ser una mujer en (ya no «de») Harvard?

La cuestión es que una mujer en Harvard tiene que demostrar que se merece el puesto, que el desagravio de mantener a un hombre fuera de la matrícula valió la pena. No parecen existir razones suficientes. Ruth se pregunta por qué «ser abogada» no es la respuesta, qué más tienen que hacer.

No sólo se les cuestiona, sino que se tienen que esforzar el doble, el triple, sin desatender las obligaciones tildadas de femeninas: la casa, los niños, el marido. Parece que los hombres sólo se esfuerzan para superarse así mismos, a sus cercanos; nosotras lo hacemos para sobrevivir el ambiente, la realidad.

Abismo de género

Ruth está en su primer año de la uni y su esposo Marty en el segundo, tienen una bebé, en eso, le descubren cáncer testicular a Marty, tiene cinco por ciento de probabilidades de sanar y no morir en el intento. Ella toma el reto de tomar sus clases, las de su marido, maternar, hacer el trabajo de cuidados de su casa y su pareja enferma. El bien triunfa, Marty sobrevive y se gradúa.

Siguiente reto, a él le ofrecen un empleo a 300 km de Harvard, en Nueva York. Se trasladan para allá, ella tiene que buscar la forma de validar sus estudios en Harvard y Columbia, lo logra. Es aquí donde viene el reto, encontrar trabajo. Y lo que pasa es que ahora, pero mucho más antes, las instituciones nos dejan jugar a la escuelita, nos dan una matrícula, un espacio en las aulas, a veces escuchan nuestras ideas, incluso llega a pasar el milagro de que elogien nuestra inteligencia; pero, después, salimos al mundo y no encajamos en ningún lugar, o más bien, no nos dan espacios.

¿No les parece extraño cómo, por ejemplo, en carreras de artes las aulas están repletas de mujeres pero en las empresas, galerías, exposiciones vemos puros hombres?, nos invitan a correr en la carrera, pero amarradas de pies, en tacones y falda de tubo, ellos van en tenis deportivos; y cuando llegamos a la meta, incluso con todas esas dificultades, no hay nada del otro lado de la llegada.

Muchas veces sólo nos queda el camino de la enseñanza, y con dificultades; y no quiero decir que dedicarse a la docencia sea malo, sino que no trabajar en lo que deseamos, en lo que soñamos, nos hace sentir estancadas. El caso es que así le pasa a Ruth, busca litigar para un bufete, ya no digamos el mejor de la ciudad, el bufete que sea, pero no la aceptan en ninguno, con argumentos absurdos: las mujeres son muy emocionales, para las mujeres la profesión no es la carrera sino la familia, somos objetos de deseo capaces de arruinar un ecosistema repleto de hombres.

«No es un movimiento si están todos sentados»

Llegan los 70, las manifestaciones, la lucha por los derechos civiles para las minorías, se abre la discusión, Gloria Steinem se posiciona en la política, jóvenes toman las calles para exigir justicia. Ruth ve cómo sus alumnos y alumnas se posicionan, son personas de acción. Me parece formidable ver en la pantalla este choque generacional, cómo vemos siempre a las jóvenes hacer más, ser más fuertes, más entronas. En un momento de la película, su hija, la cuestiona el no accionar, «No es un movimiento si todos están sentados».

Hay otra cosa que me parece interesante, RBG (la real) insistió en que se respetara muchísimo la esencia de Marty, su esposo. Con la película podemos ver que él era un hombre con ideas de justicia e igualdad, se hacía responsable de sus labores domésticas, la crianza y siempre apoyó a Ruth; sin embargo, la película también me deja esta sensación de que a los hombres, incluso aquellos que amamos y nos aman, tienen muchísimo miedo de perder sus privilegios, traicionar al patriarcado, incluso cuando en lo privado vivan una realidad distinta, en lo público en muy difícil. (Dos cosas, 1) no estoy victimizando a los pobrecitos, renunciando a privilegios; 2) no me deja una sensación, me reitera una certeza).

Ruth está frustrada, ella quería ser el cambio. Llega un caso interesante, una manera de probar la desigualdad en las leyes, con base en el sexo. Se escucha varias veces que es preferible ser «mujer» que «negro», que no somos minoría porque conformamos el 51% de la población. Entonces, somos ciudadanas de segunda, pero hay de tercera, de cuarta, de quinta; qué privilegio, nada más ser mujeres.

Este caso es sobre un hombre discriminado, en este mundo donde las mujeres sistemática e históricamente somos las amas y dueñas de los cuidados, la ley no registra que un hombre soltero pueda hacerse cargo de alguien, pero Martin lo hace. Es aquí donde Ruth encuentra el hueco en la constitución, demostrar, mediante un hombre, que las leyes discriminan a las personas, basadas en el sexo y género.

Ruth prácticamente hace todo por el caso, pero no están convencidos de que lo lleve a la corte porque es mujer, porque parece muy dura, arrogante. Es increíble como el sistema nos exige que demostremos que somos buenas, para luego lincharnos por hacerlo.

En fin, supongo que es predecible que al final todo va bien, vean la película para que vean cómo lo logra, ¿qué nos deja?, que todo lo que hacemos, por lo que luchamos es para las demás, las que vienen, las niñas que apenas están creciendo, las que siguen en nuestros ovarios. El cambio está aquí, lo único que hacemos desde las instituciones, los trabajos, los textos, es hacerlo evidente.

Fuera de la cinta

Después de este caso, vinieron más para RBG, fundó, en 1972 la sección de derechos de la mujer en la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles. Había empezado la lucha jurídica por nuestros derechos. En 1980, Jimmy Carter la nombra jueza del Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia; y en 1993, durante el mandato de Bill Clinton, se convierte en jueza del Tribunal Supremo, este nombramiento fue confirmado 96-3 por el Senado, siendo la segunda mujer en tener este puesto.

Ginsburg luchó a favor de la legalización del aborto, en contra de la pena de muerte, a favor de los derechos de los homosexuales. RBG se convirtió en un referente para la izquierda norteamericana. Su muerte ha cimbrado el congreso, porque el lugar que deja Donald Trump lo puede usar para impulsar a alguien de su gusto, ya saben fascista, derechoso, horrible. Ahora, la política norteamericana tiene otra ficha en juego.

Sólo me queda decir, RBG gracias por abrir el camino para que cientos leyes se reformularan, para que mujeres soñaran con cambiar las cosas, para que muchas se atrevieran a pensar que podían aspirar a la túnica negra. Gracias por hacernos saber que podemos ser más.

-Alice G.

  1. RBG murió el 18 de septiembre de 2020

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