Las simples cosas

Por Arely Cadena

Abril 10 

La mente es engañosa, se mueve entre tiempos no lineales: le da lo mismo el pasado y el futuro. Por eso es difícil estar en el presente. Hoy fue un día frustrante por el trabajo en casa: hay más regaños, más distracciones, más anhelos y menos comprensión. ¡El día se me hizo eterno! Recordé que mi mamá mide el tiempo por los años que sus muertos llevan en ese estado, es una forma un poco rara de ver el tiempo, pero creo que, desde el aislamiento, la voy comprendiendo. Sólo entiendo el paso de los días a través de la cantidad de infectados… y a través del aumento de mi depresión. Cuando creo que no puedo ir más abajo, ¡pum! Caigo y sigo cayendo. 

Lo único que me sigue ayudando a superar los días es la sonrisa de mi abuela en el balcón de enfrente. Y hoy tuvimos un momento muy especial: salí a mi balcón a sentir el aire y, de repente, comencé a llorar. En esas estaba cuando, detrás de mis lágrimas, vi a mi abuela, entre sus plantas. Me miraba preocupada, pero pronto sonreí y nos sonreímos. Nos miramos durante un tiempo, mientras mi alma se llenaba de paz. De entre la oscuridad, un poco de luz. 

Ay qué mal que estoy, hace ya un tiempo las cosas no andan bien. Me tiro en la cama, no puedo estar de pie. Vámonos a caminar, vámonos al mar… 

Tengo la canción de iLe, que suena y suena a todas horas en mi casa, y es justo así como me he sentido este último mes. 

Abril 11 

Hoy tuve esa sensación de nuevo, la de estar esperando algo de alguien que nunca me prometió nada: y no con alguien en especial, sino con todos, incluso conmigo misma. He estado cuestionándome muchas cosas, ¿será que algún día logré que las cosas que haga, las personas que elija para convivir, me llenen completamente? Porque sólo siento vacío, inmenso e infinito, más en esta soledad. Mi mente tiene una imaginación muy poderosa, siempre creyendo que todo va a cambiar, pero nunca me ayuda a ver la realidad. 

¡Aaaah! Y hace rato, antes de ponerme a escribir, vi unas luces en el cerro, que se prendían y apagaban. Me puse a imaginar qué hubiera sido de mi vida si hubiera continuado con la idea de ser. Ahora mismo me imagino rescatando a personas y creo que eso me haría más feliz que lo que ahora hago. 

Abril 12 

Por fin me llamó el Ingeniero Rodríguez. ¡El corazón me latió como no lo había hecho en días! Lo que yo quería que me dijera, puuuues… Pues bueno, me dijo lo contrario: el puesto de supervisora será de Yuridia. ¡Me faltó tiempo para demostrarles que podía hacerlo mejor! O quizá, aunque me preparé, no estoy lista para esto. 

Hoy no vi a mi abuela, sólo a sus plantas. Seguramente tampoco se sentía con ganas de saber nada del mundo. Recuerdo aquella vez que estuvo en el hospital: me platicó historias increíbles, crudas y reales, que me permitieron conocer un lado que no sabía que tenía. Recuerdo que me dijo que éramos mujeres de distintos tiempos, soportando los mismos demonios, pero con las herramientas de nuestra época y que lo único que teníamos en común era la resistencia. Y ese recuerdo me reconforta, ¡tenemos que resistir! El encierro y el trabajo me consumen, ya no sé quién soy ni por qué hago lo que hago. Pero, ¡resistencia! 

Abril 13 

Las luces en el cerro están ahí de nuevo, las siento como un déjà vu. Quizá deseo salvar vidas y es un llamado… Sí, he visto demasiadas películas. 

Hoy fue el cumpleaños de mi hermano y decidimos hacer una videollamada, como una clase de fiesta. Fue breve y muy distinta a lo acostumbrado. Al parecer todos se encuentran bien y realmente el extraño. 

Me está entrando un miedo raro: la abuela no se volvió a asomar hoy y no contestó el teléfono. El trabajo me consume tanto que hasta ahora recordé que la iba a llamar. Lo haré mañana. 

Abril 14 

Dolor, eres mi eterno compañero, eres mi amigo y mi enemigo; eres la cruz de mi sendero. Brindarle al mundo mi sonrisa, si llevo el llanto en cada risa… 

iLe de nuevo, creo que tiene canciones que me llegan en estos momentos. 

Con mi abuela en el edificio de enfrente, mis padres dos calles abajo y mis hermanos en colonias vecinas, la soledad debería ser imposible… ¡Pero es posible! Hoy no trabajé, la depresión me mantuvo en la cama porque, no sé Yuridia, pero yo había trabajado por ese puesto y, aunque estoy feliz por ella, creo que la envidia es inevitable, aunque en verdad, ¡trato de evitarla! Aunque no me quieran de supervisora, soy parte esencial y vital del equipo. Al menos así lo siento, pero ya no más. 

Hace rato salí a tomarme mi té al balcón y vi a mi abuela. Adormilada, con el viento de la noche, con la luz de las estrellas. Ella, sin duda, es el faro en este océano. 

Y ahora mismo, las luces en el cerro están de nuevo ahí. Se confunden con las estrellas, pero ahora sólo hay una luz prendida, cuando los otros días eran más. 

Recuerdo cuando me perdí en el cerro, la vida real entonces lucía tan lejana…

Abril 15

En este momento está pasando algo extraño. 

Hace rato volví a salir de noche al balcón, no estaba la abuela y de nuevo las luces en el cerro, y una realidad cayó sobre mí. Tuve que mirar y mirar y mirar. Saqué un cuaderno, las luces eran código Morse. Descifré el mensaje y decía: s o s p e r d i d o s o l u c i l u i s a n a r e n e. Y la memoria que había olvidado quién sabe dónde, vino a mí. 

Cuando tenía diez y seis años, mi madre me dejó salir de paseo con unas amigas: Luisa, Ana y Rocío. Luisa y Rocío tenían diez y ocho, yo y Ana la misma edad, por lo que mi madre no quería, pero logré convencerla. Subimos al cerro, el mismo cerro con las luces. Todo iba bien hasta que la oscuridad cayó sobre nuestra nula atención al subir y nos perdimos. Prendíamos las linternas, que Rocío había llevado por pura casualidad, cada que la oscuridad llegaba. Comíamos manzanas de un árbol cercano, y cada día avanzábamos hacia abajo, pero pronto los árboles cerraban los caminos y de nuevo, las luces en la noche. Fue casi una semana, y las pilas se iban acabando. Con la última linterna, Ana decidió utilizar el código Morse, que en ese entonces yo desconocía. Y en realidad no estoy muy segura de lo que ella envió en ese tiempo, pero ¿Es pura casualidad o qué? ¿Es mi imaginación? 

Marqué a casa de mi madre, por puro instinto, creyendo que al oír su voz despertaría de un sueño. Mi madre contestó, pero su voz era de un tiempo en que la vejez no se había apoderado de ella. 

Me preguntó que quién hablaba. ¡Lo juro que lo hizo! Tenía la voz quebrada, ¡traía la esperanza en la garganta! ¿Acaso fue real? Le dije que si estaba buscando a su hija, y dijo que sí… 

Yo soy su única hija, ¿¡Cómo es posible!? Le dije que había unas luces en el cerro y que esas luces eran código Morse, le conté lo que decían las luces y le dije que tenía que llamar a la policía. Ella no dudó de mí ni un segundo, me agradeció, sus lágrimas se escurrían, se escuchaba a través del teléfono. Iba a cortar cuando le dije: «Señora, no olvide las cosas simples, desgracias suceden, a las cosas simples las devora el tiempo». 

Agradeció y colgó. Esa frase me la dijo mi madre cuando, luego de que nos rescataran, ella llegara al hospital y me abrazara. Luego descubrimos que era la letra de una canción, que no tenía ningún sentido en ese momento, pero esa canción… ¡Y hasta ahora lo recuerdo! ¡No entiendo nada de lo que pasó y de lo que sigue pasando! ¡Porque las luces sigan repitiendo el mensaje! Supongo que me quedaré a ver el rescate. 

Abril 17 

Ay qué mal que estoy, hace ya un tiempo las cosas no andan bien. Me tiro en la cama, no puedo estar de pie… 

¡Me regañaron! Juran se verá reflejado en mi nómina. En realidad no importa mucho, por la depresión gasto menos: no salgo más que para comprar poco comida. Ni amigos, ni fiestas, ni pedas. También, quizá llevada por la locura de los últimos días y la depresión, le reclamé hoy a Amelia su falsa amistad. En realidad, hice lo que sé hacer mejor… huir de la gente. Le mandé un mensaje y la bloqueé de Whatsapp y Facebook. Creo que hay cosas que tengo que cambiar. 

Abril 19 

Mi mente, en estos momentos está delirando… 

Ayer, a las tres de la tarde, cuando me volvía a conectar después de la comida, miré al balcón de enfrente y vi a mi abuela, mirando hacia la calle. Se veía débil, delgada y pálida, me asusté un poco. Pronto sintió mi mirada y cuando me vio me sonrió, tan enormemente, que yo casi lloraba, porque esa sonrisa, de oreja a oreja, es lo más hermoso de la abuela. Y volví a concentrarme en la computadora, cuando de repente la sonrisa de la abuela se me apareció en una imagen en la memoria, como un flashback, en un funeral. Me asusté tanto que volteé rápidamente a su balcón. 

En su balcón las macetas habían desaparecido y solo había una silla blanca de plástico. Salí rápidamente, ¿qué les había pasado a las plantas, a la abuela? Me apresuré a llamar a casa de mi abuela, el teléfono no sonó, sino que la grabadora me respondió que el número que yo marcaba era incorrecto. Y mientras escuchaba eso miraba el balcón de enfrente. Un joven, como de treinta años, salía a sentarse en la silla. No lo conocía. 

Y me di cuenta que tampoco conocía a mi memoria, que de repente y cruelmente me recordó que mi abuela había muerto hacía un mes y medio, justo antes de la cuarentena. Quizá por el trabajo, quizá por la cuarentena o quizá por ambas; borré un suceso, el más doloroso hasta ahora en mi vida. No he estado bien estos días y ahora lo entiendo, era demasiado combinar estrés, encierro y duelo. No sólo olvidé eso, sino que la imaginaba viva. ¡Vi imágenes que no estaban ahí! Necesitaba una esperanza… ella. 

¿Ahora qué haré? 

Abril 22 

Lo decía Jaime Sabines, la vida es lo único que sigue, aunque me alegra saber que hay un tiempo en el que mi abuela me cuenta historias en el hospital, días antes de morir. Sé que hay un tiempo en el que yo me siento viva. Un tiempo en el que yo ya pasé por el encierro y miró atrás, solo para aprender de eso. 

Por ahora solo pienso en la abuela. Resistencia… 

Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas… Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas. Esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón. Uno vuelve siempre a los viejos sitios en que amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas y a las cosas simples las devora el tiempo. 

Ahora es Chavela Vargas quien canta mis delirios, es la canción de donde saqué la frase que le dije a mi madre la otra vez, hace unos días o hace unos años, no lo sabría decir… 

La mente es engañosa, se mueve entre tiempos no lineales: le dan lo mismo el pasado y el futuro. Y es tan complicado este presente, el encierro me ha provocado estos sucesos tan extraños, yo solo quiero que esto termine. e he estado cuestionando muchas cosas de la vida, de mi vida, de mí. ¿Qué es real y qué me he estado inventado? Supongo que aprovecharé este tiempo para darme muchas respuestas. 

Mañana empezaré a trabajar de 8 a 9 de la noche, lo haré así por cinco días, para pagar las horas que no he trabajado en esta cuarentena. Pero está bien, ahora voy a tratar de hacer las cosas bien, porque lo vi en los ojos de mi abuela, pronto pasará todo esto. 

Porque ella me lo dijo alguna vez, ¡resistencia! Así que, resiste…

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