Estefania Neira: Alimentos, tecnología y aprendizaje

Hace algunos años creamos este espacio para hablar de nuestros temas de interés y visibilizar a nuestras escritoras favoritas. Conforme ha pasado el tiempo este espacio “por, para y sobre mujeres”, se ha expandido a otras áreas para seguir difundiendo el trabajo y las inquietudes de quienes también están haciendo lo suyo en lo que les apasiona. 

En esta nueva etapa, dentro del mundo digital, elegimos hacer una serie de entrevistas donde nos acercamos a mujeres que se especializan en el arte, ciencia, tecnología, educación, deporte y otras disciplinas. Desde que invitamos a Estefania Neira se mostró emocionada por compartirnos cómo decidió estudiar Ciencia y Tecnología de Alimentos; además, en este momento, es docente de bachillerato y colabora en una escuela de robótica para niñas, niños y jóvenes. 

Casualidades y buenas intenciones

La plática con Estefania fue tan amena y conmovedora que esperamos volver a coincidir pronto.

Las Sin Sostén (LSS): Vamos a iniciar con una pregunta sencilla para empezar a conocerte. Si la realidad fuera una serie, ¿qué personaje estarías interpretando?

Estefania Neira (EN): Yo me veo dentro de una serie animada. Sería este personaje todo rosa, tierno, bonito, que cree que todo el mundo es perfecto y de repente se da cuenta de la realidad. A partir de ese momento sabe que debe luchar por sus sueños; tiene que hacer mucho por ella misma y por las personas que están a su alrededor.

LSS: ¿Cómo supiste que querías dedicarte a la ciencia y cómo se dio?

EN: Estuvo bien curioso, fíjate que desde la prepa estaba ese bombardeo de preguntas que hacen los adultos de: “¿a qué te quieres dedicar?”, “¿qué vas a hacer?”. Entonces yo decía: “a mí me gusta mucho la comida, me encanta, pero no quiero dedicarme a cocinar”. Después de investigar las carreras, decía que quería irme a España a estudiar vinicultura, pero mamá decía que no podía apoyarme, menos si quería dedicarme a los vinos. 

Investigué aquí en mi ciudad, Saltillo, Coahuila. Por azares del destino una amiga me invita a la Universidad Agraria, a conocerla nada más, y desde el principio nos dan un montón de folletitos donde venían todas las carreras. Ahí venía la carrera en Ciencia y Tecnología de Alimentos. En la currícula venía vinicultura, cultivos, fermentaciones, lácteos; pensé: “bueno, de aquí soy”.  Gracias a eso conocí muchas ciudades y estados de México. Ya estando en el área laboral conocí a mi esposo, quien me contó que quería abrir una escuela de robótica para niños; yo le dije: “va, yo sé trabajar con niños porque estoy en los scouts desde chiquita”.

Empezamos los dos, yo aprendí desde cero con la primera generación de niños. Me enamoré. En ese momento a él lo mandan a hacer un postgrado a Austria y yo me hice cargo, junto con las personas que todavía trabajan con nosotros. Desde allá él nos mandaba apoyos, nos hacía videollamadas y nos enseñaba algunas cosas. Fuimos a competencias nacionales, ganamos uno que otro premio, los niños crecieron un chorro.

Por azares del destino una amiga me invita a trabajar a un CONALEP, mientras encontraba algo más en la industria. Ya estando dentro me di cuenta que era la misma institución donde estaba trabajando mi esposo; platican con él, le preguntan si no hay ningún inconveniente con que fuera su pareja, pero él dijo que no, que yo a mi área y él a la suya. Así llevo tres años, casi cuatro, dando clases para bachillerato, en todas las ciencias naturales, química, biología, desarrollo sustentable y ya cuatro, casi cinco, en robótica con niños.

LSS: En la docencia con bases científicas, ¿cuáles han sido los retos más importantes que se te han presentado y cómo le has hecho para superarlos?

EN: Yo creo que el primer shock que tenemos todos los que hemos estado en la docencia es llegar con los alumnos y sentir que te come el mundo, te preguntas: “¿qué voy a hacer?, son 60 cabecitas que tengo que moldear, ¿qué tengo que enseñarles?”. La primera clase casi siempre es un fiasco, te comen los nervios, te pones nerviosa, pero después entiendes que siempre dejas algo a los muchachos. Hay que aprender a ser conscientes y tolerantes con los alumnos y con nosotras mismas, porque hay personas que llegamos a ser muy autocríticas. Con el tiempo aprendes que aunque no lo hayas logrado como querías, de todos modos dejaste algo en ellos.

LSS: ¿Qué te impulsa a seguir tus propias metas?

EN: Desde chiquita estoy en los scouts y desde ahí se me quedó grabada una frase de su fundador, Baden Powell: “Hay que dejar este mundo en mejores condiciones de las que lo encontramos”. Entonces mi motivación es ser mejor conmigo misma, ser mejor con los demás y dejar el lugar físico, psicológico y ambiental un poquito mejor de lo que estaba. 

LSS: Ya que nos compartes sobre tu experiencia en la ciencia y cómo eres una apasionada de la docencia, ¿por qué es importante que otras chicas sepan de la existencia de historias como la tuya?

EN: Es muy bonito escuchar a más mujeres que animen a otras a crecer. Creo que es importante que sepan que pueden seguir sus sueños, no importa lo locos que parezcan. Así sea “quiero abrir una cafetería”, “quiero poner un vivero”, “quiero ir a la NASA”, hay que seguirlos. Se vale caerse, se vale rendirse en ratitos o llorar, pero siempre hay que secarnos las lágrimas, recogernos el cabello y avanzar. 

LSS: ¿Qué le dirías a la pequeña tú sobre lo que has logrado?

EN: Me da mucha risa pensar en eso, porque la pequeña yo de siete años quería ser una princesa bruja mágica, bien Sailor Moon. Luego la yo de 14 se imaginaba viviendo la vida loca, viajando y gozando. La de 20 diría: “yo quiero ser científica, no quiero saber nada del amor, quiero estar soltera y ser la tía cool”. Ahorita me doy cuenta que tengo un poquito de todo; soy la tía cool, porque juego con mis sobrinas, nos ponemos a arreglar el jardín y pintar; soy la que viaja y conoce, gracias a los estudios que hemos tenido mi esposo y yo; la magia la encuentro en mi jardín, en poder decir: “¡planté un frijol y se me dio!”, en hacer mis mermeladas… la más rara que hice era de tomate con nopales y zarzamora, quedó muy buena. Hice todo lo que pude, todo lo que quería y le diría a la pequeña que se vale llorar, pero no deje que nadie pague por ella. 

LSS: Nos alegra saber que la escuela de robótica tiene éxito y alienta a las niñas a acercarse a la tecnología. ¿Qué esperan lograr en sus aulas de ahora en adelante?

Apoyo mucho a mi esposo en la Feria Nacional de Ciencias e Ingenierías, ahí los chicos de robótica desarrollan muchas actividades y proyectos. Te voy a platicar algunos, uno de ellos era un chaleco para bebés, que identificaban el riesgo de muerte súbita. Hace poco ganaron el segundo lugar con un dispositivo que se conectaba a los conectores de la estufa y detectaban si había monóxido de carbono, lanzaba la alerta para que regresaras a casa o llamaras a las autoridades, ese estuvo muy bueno. La tecnología no busca suplantar al humano, sino que busca facilitar nuestras actividades.

Ronda de preguntas rápidas

Conozcamos más sobre Estefanía Neira, a través de sus respuestas:

LSS: ¿Cuál es tu top tres de frituras favoritas?

EN: Ruffles, Doritos y Doritos Incógnito.

LSS: ¿Cuál es la película que mejor define tu personalidad?

EN: Cualquiera de Studio Ghibli.

LSS:  ¿Cuál es tu color favorito?

EN: El rosa.

LSS: Si pudieras ser un árbol, ¿cuál elegirías?

EN: Un sauce llorón, son preciosos. Dan mucha sombra, son súper frondosos y son súper emblemáticos.

¿Dónde seguir a Estefanía Neira?

Si te interesa saber más sobre Estefania Neira o la escuela de robótica, puedes ir a estas redes sociales:

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